martes, 25 de agosto de 2009


Me siento a espaldas del mundo
Me muero en frente de miles de ojos
Sueño un lugar perfecto
Me encuentro rodeada de escombros
Tus hombros ya no me sostienen
Me equilibra el suelo que dejo
Me despojo de la luz
De miles de autos corriendo
En autopistas vacías
Hacia la nada

viernes, 22 de mayo de 2009


Si miras con calma,
los soles y los dioses
en oro dibujados
que reflejan severidad
de ojos petrificados
de iris hundidos
ataviados con esmero
en fragmentos de imposibles
¿no te sientes más pequeño
observado en tus derrotas?

BUSCÁNDOTE

puedo andar por horas
sin hundirme en la desesperación
como árboles en movimiento
caminan esos hombres de gris a mi lado
¡tienen las raíces tan echadas sobre el asfalto!

no hay pájaros que se posen
en las ramas de esta inmundicia
no hay ríos penetrando en las rocas
sólo hay rocas penetrando en corazones
impenetrables

no hay ojos para buscarte
¡hay tanto silencio en este ruido!
el viento entorpece los papeles
que deberían quedarse en sus cuarteles
de cajones bien cerrados

y sin embargo revolotean
(no puedo leerlos, como tampoco puedo buscarte)
¿en qué suelo caerán?
¿tal vez a tus pies
como caeré yo alguna vez?

la palabra es un don echado a perder
y puedo andar sin desesperarme
entre tantos dígitos y pantallas planas
en una miopía binaria
¡tan plano, tan digital!

ya no camino en círculos
este bosque ha perdido sus secretos
ha perdido sus encantos
te he perdido…
nunca te he encontrado

ESCUELA O FIN DE UNA UTOPIA II

Soslayo sosiego esquivo y orgullo
La razón del que habla
No la entiende el que escucha
Tumulto robado a las horas perdidas
Los tibios perennes en nuestra sociedad
Orbitan
Sin alma que cuente
Los números restan
“Comencemos con calma”
Engorda palabras el superfluo que trina
Tu sueño no es sueño
Ha perdido el respeto
Las personas no son Dioses
Los Dioses han muerto
No hay bandera ni ideas
En un suelo de tierra seca
Ya se fueron los últimos
Que blandían su esfuerzo
Para el cauce común
Para enfrentar al Tirano
Ahora son huellas perdidas
En sombras vacías
La política es mella
Y duele el hartazgo
Como enfurece la desidia
La ignorancia y el arrebato
Una vez mas los grises
Se inmortalizan en calamidades
Que las pagan los que vienen
Que las pagan los que vienen…

Verde Vidrio, Verde Espiritu

Amanece sobre una pared de vidrios.
La naturaleza avanza sobre cables,
venas de esta cruel modernidad.
El verde vidrio se confunde
y se unifica al verde
rugir de la hojas
que el viento adorna ondulaciones,
como a las sombras que cuelgan
boca abajo de la cuerda.
Y a veces se torna imperceptible
el vaivén, como el sonido de los autos
que va creciendo, sin darnos cuenta
hasta que una tormenta de bocinazos
arremete para despertar a la fiera
que se agazapa y espera cada noche
que el amanecer a través
de los verdes vidrios
se vea.

jueves, 21 de febrero de 2008

Orilla

encuentra aquí la ponzoña
tu descascarada imagen
es ávido el resplandor
de ese terco horizonte
y entre carroña y podredumbre
se hila la fina arena
no hay espuma que perdure
sobre playas tan inciertas
ni sol, ni urbe, ni esqueleto,
se convierte todo en desierto
de deshechos y otros dones
que imprime en este suelo
el hombre
quien mezcla con triste encanto
belleza y desquicio humano
se enlazan como tendones
de lo que fue alguna vez perfecto,
los hierros retorcidos,
sostenidos por concreto
y no es su imagen tristeza
sino el recuerdo constante
que no hay natura que perdure
bajo el anca del humano.

Y arriba está el cielo

Caminan sobre el fuego volcánico
De un asfalto mal terminado
Y se trajean con orgullo
Y se pavonean con portafolios
Repletos de inciertos destinos.
Doctores que no curan
Trepan en sus relucientes torres
Brillantes y opulentas
Rectas inquebrantables
De la estolidez humana.
Vuelcan sus palabras al aire viciado
Astutos moderadores
Merodeando con regocijo
Sin quebrar el gris monosílabo
De la misma farsa que han creado.
Y sus pies envueltos
En lustrosos cueros
Pisan apresurados
Esos charcos renegridos
Que reflejan un triste cielo.
Reinciden en su locura
Con su tragedia de verdades
Buscando esclarecer los actos
Despiden esa pestilencia de triunfo
Donde nadie los ha llamado.
Es impropio el entendimiento
Donde reinan los papeles y las letras
Obsoletas y los números y los expedientes
Nos arrastran al desquicio del mundo nuevo
Sin importar que arriba esté el cielo.

Carenciados

Carencias de fe ciega
Voluptuosidad de optimisas velas
que arden para un fuego de santos
inocentes de toda piedad.
Piden limosnas de sosiego y
cobijo de mantas agujereadas.
¿Es el yeso màs fuerte que la voluntad?
Ofrendas de incienso humeante
entre ruinas de un futuro màs
incierto que sus propias divinidades.
Y aquì yace la fe en inmortal reposo de
mortajas entregadas al abandono frugal
en tibias sàbanas.
No necesitas la misericordia de un dios
que no escucha clamores de paz
ni engrosar la lista de los desdichados
sumàndote a una marcha interminable
de rodillas ensangrentadas cuando
tiranos mediocres, regodeantes de amor
propio, te lo dan como ùnica alternativa.
El rezo perdió el espíritu de su fundamento.
Ni sollozos abruptos, ni manos temblorosas y
elevadas harán que el cielo trensforme su
abovedada áurea gaseosa
en estado divino.
El interior de tu escrupuloso ser se encoge
en veneraciones vanas y se retuerce adormecido.
No hay sensación más placentera que despierte
al más angustiante de tus sueños,
sino flagelaciones merecidas para
purgar errores pasados y venideros.
Santifica tu alma en el sufrimiento
mientras otros creen merecer
la soberanía de un injusto reino.

domingo, 17 de febrero de 2008

Arrabal


La monotonía del arrabal caía austera sobre el sucio bodegón. Borrachos, viejos y fatigados, los músicos rasgaban torpemente una guitarra y en un cruel y desafinado tono interpretaban estrofas de tristísimos tangos. La mímica de tus labios se diluía en esos tangos mal cantados. Tu rubio pelo, casi amarillento, quebraba tus hombros huesudos, en un intento de ondas que ya hacía tiempo habían perdido su naturalidad. Presa de tu egocentrismo, dialogabas con mis absurdos "si", "no" y cada tanto un "mas o menos".
Me vino a la mente el mito de la rubia Mireya que azotaba las calles porteñas con su hermosura. De golpe levantaste la cabeza y al verte bien de frente no pude impedir que mis labios sonrieran. Qué lejos quedaron esos tiempos, pensé, y que fábrica inhumana pugnaba por mantenerlos vivos.
¿Quedaría algún sobreviviente de aquellos viejos arrabaleros?. Mejor no preguntarse eso, porque la imagen patética de un viejo en camiseta agujereada, cargando sus huesos sobre un sillón hamaca, puede ser más fuerte que cualquier relato mítico de sus hazañas.
Creo más en el viejo empedrado de San Telmo que en los cantores y bailarines de tango que cada domingo representan su función épica.
Se ha perdido todo, menos la melancolía y la ginebra. ¿Quién puede en este enchastre de humo y rutinas pelear por su hombría o morir por una bella?
Volví a mirarte a los ojos y el cristalino azul me pegó hiriendo directamente mi alma. "No pierdas mas tiempo", repetía mi instinto. No hay mujer que haya nacido para domarme.
Los pies me condujeron firmes, aplastaron mi cigarrillo en el piso y dejaron que me reclinara sobre la baranda del dique. Otra noche que termino solo, mirando el reflejo de la luna en el empetrolado río, único romance fiel de un auténtico arrabalero.
-gabriela -blanco