jueves, 21 de febrero de 2008

Y arriba está el cielo

Caminan sobre el fuego volcánico
De un asfalto mal terminado
Y se trajean con orgullo
Y se pavonean con portafolios
Repletos de inciertos destinos.
Doctores que no curan
Trepan en sus relucientes torres
Brillantes y opulentas
Rectas inquebrantables
De la estolidez humana.
Vuelcan sus palabras al aire viciado
Astutos moderadores
Merodeando con regocijo
Sin quebrar el gris monosílabo
De la misma farsa que han creado.
Y sus pies envueltos
En lustrosos cueros
Pisan apresurados
Esos charcos renegridos
Que reflejan un triste cielo.
Reinciden en su locura
Con su tragedia de verdades
Buscando esclarecer los actos
Despiden esa pestilencia de triunfo
Donde nadie los ha llamado.
Es impropio el entendimiento
Donde reinan los papeles y las letras
Obsoletas y los números y los expedientes
Nos arrastran al desquicio del mundo nuevo
Sin importar que arriba esté el cielo.

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