viernes, 22 de mayo de 2009


Si miras con calma,
los soles y los dioses
en oro dibujados
que reflejan severidad
de ojos petrificados
de iris hundidos
ataviados con esmero
en fragmentos de imposibles
¿no te sientes más pequeño
observado en tus derrotas?

BUSCÁNDOTE

puedo andar por horas
sin hundirme en la desesperación
como árboles en movimiento
caminan esos hombres de gris a mi lado
¡tienen las raíces tan echadas sobre el asfalto!

no hay pájaros que se posen
en las ramas de esta inmundicia
no hay ríos penetrando en las rocas
sólo hay rocas penetrando en corazones
impenetrables

no hay ojos para buscarte
¡hay tanto silencio en este ruido!
el viento entorpece los papeles
que deberían quedarse en sus cuarteles
de cajones bien cerrados

y sin embargo revolotean
(no puedo leerlos, como tampoco puedo buscarte)
¿en qué suelo caerán?
¿tal vez a tus pies
como caeré yo alguna vez?

la palabra es un don echado a perder
y puedo andar sin desesperarme
entre tantos dígitos y pantallas planas
en una miopía binaria
¡tan plano, tan digital!

ya no camino en círculos
este bosque ha perdido sus secretos
ha perdido sus encantos
te he perdido…
nunca te he encontrado

ESCUELA O FIN DE UNA UTOPIA II

Soslayo sosiego esquivo y orgullo
La razón del que habla
No la entiende el que escucha
Tumulto robado a las horas perdidas
Los tibios perennes en nuestra sociedad
Orbitan
Sin alma que cuente
Los números restan
“Comencemos con calma”
Engorda palabras el superfluo que trina
Tu sueño no es sueño
Ha perdido el respeto
Las personas no son Dioses
Los Dioses han muerto
No hay bandera ni ideas
En un suelo de tierra seca
Ya se fueron los últimos
Que blandían su esfuerzo
Para el cauce común
Para enfrentar al Tirano
Ahora son huellas perdidas
En sombras vacías
La política es mella
Y duele el hartazgo
Como enfurece la desidia
La ignorancia y el arrebato
Una vez mas los grises
Se inmortalizan en calamidades
Que las pagan los que vienen
Que las pagan los que vienen…

Verde Vidrio, Verde Espiritu

Amanece sobre una pared de vidrios.
La naturaleza avanza sobre cables,
venas de esta cruel modernidad.
El verde vidrio se confunde
y se unifica al verde
rugir de la hojas
que el viento adorna ondulaciones,
como a las sombras que cuelgan
boca abajo de la cuerda.
Y a veces se torna imperceptible
el vaivén, como el sonido de los autos
que va creciendo, sin darnos cuenta
hasta que una tormenta de bocinazos
arremete para despertar a la fiera
que se agazapa y espera cada noche
que el amanecer a través
de los verdes vidrios
se vea.